Te recuerdo
tal y como eras
el último verano
antes de este y del otro,
del anterior
y del pasado.
Eras oruga,
cuya piel es suave
pero muerde.
Eras ola,
que rápido viene
y pronto se va.
Eras el resplandor de la nieve,
que a la vez enfría y quema, inerte.
Eras el límite de un vaso
aún sin rebosar.
Eras la flor escondida,
el fuego encendido
y todo lo que a su paso se lleva.
Tenías en la boca un beso,
el corazón fugitivo
y en tu sonrisa una luna llena.
Llevabas en la mirada un nido
y en tu voz un canto
de amor y primavera.
Yo habría dado por curarte
mucho más de lo que tu amor quiso:
mis acordes, mis letras,
mi corazón, mi compromiso
y una vida, y media.
Eras, eras.
Mía
la tristeza
de cuando te ibas.
Esa que aún dejas.
Porque aún eres,
porque aún llenas
y aún hieres,
pero aún dejas
que te quiera,
y tú me quieres.
Poesía. Para la libertad, para el invierno y para la inmensa minoría que quiera entenderlo.
lunes, 28 de julio de 2014
miércoles, 9 de julio de 2014
martes, 8 de julio de 2014
#Microcuento II
Cada día tengo más claro que
tengo muy claro que
quiero que tengas muy claro que
quererte es lo único que tengo claro,
¿y qué?
tengo muy claro que
quiero que tengas muy claro que
quererte es lo único que tengo claro,
¿y qué?
P.D: a lo Mónica Carrillo.
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