Una hora más,
y no vendrás.
Si llega la hora,
dentro de una hora,
será tarde.
Tan tarde
que ningún accidente atemporal
conseguirá que te quedes.
Si el incesante minutero
que te aguarda dando vueltas
alcanza a besar con sus labios
las agujas que anuncian
la inminente hora que llega,
al final, tú no vendrás.
Será tarde, muy tarde.
Levantarán las paredes del tiempo
una frontera
que te impedirá llegar.
No te atreverás
a llamar a mi puerta,
o, simplemente, mañana
tendrás que madrugar,
o habrá sido un día largo
y el cansancio tejerá nidos
en tus ojos.
Tengo que empezar a aceptar
que, a partir de cierta hora,
tú dejas de venir
y empiezas a retroceder.
Y que si pasa
una hora más
y no has venido,
ya nunca lo harás.