martes, 17 de marzo de 2015

Soneto I

Tan pronto estás abajo, como arriba;
tu silencio reverbera dentro de mi cabeza:
de ti depende la intensidad de mi tristeza,
y de tu amor el color de mi autoestima.

Una y mil veces juré que yo sería
tu mar en calma, tu pilar, tu fortaleza;
nunca me arrepentiría de haberte hecho esa promesa,
pero a veces es difícil permanecer sin cobardía.

Sé que no hay nadie que se te parezca,
aunque lo buscase jamás lo encontraría:
mi lluvia solo cesa cuando tú estás cerca.

No te gusta mucho mi poesía,
pero sabemos que solo así consigo que tú vuelvas
y derritas el invierno que se  instala en tus pupilas.