martes, 19 de julio de 2022

07:00 AM

La luz que entra por tu ventana

se parece a esa luz que desprenden

algunas mañanas del mes de junio,

con el verano tomándole ya el pulso

a los últimos días de un invierno colectivo.


Así estás tú,

con la mirada puesta

en todo aquello que florece:

los árboles que dan nombre

a una calle céntrica de la capital,

la vida recuperando su aliento primitivo,

un nuevo idioma aún por escribir.


El sol entra por tu ventana

como la risa a los pulmones

y como entraste tú en esta ciudad.


La luz marca la diferencia,

igual que tú marcas los destinos.


La luz del día inunda la habitación

con la misma timidez, pero certera,

con la que me asomo yo a tu boca,

con la mirada sostenida en esos dedos

que me rozan la muñeca

un sábado noche

en un bar escondido

de ambiente irlandés,


donde suenan 

casi todo el tiempo 

los Bee Gees

y donde te digo, 

precisamente,

que la alegría

te ha dejado en la mirada

la misma paz

con la que entra

la luz del sol 

por tu ventana.

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