lunes, 22 de noviembre de 2021

Plegaria a las musas

"... y me mantengo firme gracias a ti, poesía,
pequeño pueblo en armas contra la soledad."
JAVIER EGEA

Hay una lluvia de palabras
dentro de mí habitación:
parecen casi de verdad,
están a punto de cobrar vida,
a punto de volverse ceniza
y ensangrentar mis paredes blancas
con su sombría realidad.

Dentro de este cuarto
que este ser que respira
trata de habitar,
hay un incendio de silencios,
el vaivén de un mar que no existe
pero cuyas olas embisten
este precipicio sin alma,
esta perspectiva sin futuro.

Se mecen las palabras con desgana
en este rumor cansado de ideas
que se pelean por ocupar
un lugar relevante en mi memoria.
Si escribir se ha convertido
en acto suicida,
si la tinta emponzoña la piel
más que la sana...

La vida es solo incertidumbre,
ya no hay luz a la que llamar amor,
ni hay amor con el que prender la luz
y razones para vivir
no nos faltan
pero tampoco nos sobran.

Las palabras me empapan
como una lluvia ácida
pero se escurren por mi piel
con burla y arrogancia.
Ya ni siquiera esperan de mí
una última emboscada.

Es ahora perturbador imaginarlas
lamiéndome las heridas,
pero echo de menos cuando ellas mismas
fueron aquel pequeño batallón,
mi particular pequeño pueblo
en armas contra la soledad.

miércoles, 27 de octubre de 2021

La historia

         «Debe haber un lugar donde estar juntos.
                                    Ya más juntos que nunca.
                                        Quizá en este reducto 
                                      de los propios poemas, 
                              pues ¿qué son si no pueden 
                                              salvarte del olvido?
                        Dejo, por si te acercas y los lees,
          cada noche, en la mesa, el libro abierto.»
                                                  JOAN MARGARIT

La historia ocurre en estas palabras
que dejo escritas,
entre líneas,
por si tú te acercas a leerlas.

En un acto suicida,
me dirijo a ti:
te nombro,
existes,
me quedo.
Quédate aquí tú también.

Quiero escribir nuestra historia
en este papel
para poder estar contigo.
Tal vez sea este el único lugar
desde el que poder volver 
a amar de nuevo.

Como si fuera un deseo,
le soplo al papel,
apago las velas.
Encuéntrame
entre toda esta oscuridad,
distracciones y contratiempos.

Yo te espero aquí,
entre verbos, pronombres y adjetivos.
Te espero como mi cuerpo te espera,
como te esperan
mi sangre agitada
y mi corazón hambriento,
como te esperan estas manos
que dibujan en el aire
el encuentro con tu piel.

Te espero sin prisa
pero con urgencia
y dejo estas letras escritas aquí,
como en un libro abierto,
para que tú te acerques a leerlas
y te atrevas a empezar
a pronunciarlas.

martes, 13 de julio de 2021

Despertar

Me quedo gritando en la impaciencia,
me quedo orbitando en una niebla
que desconozco.

Es este síndrome
de dolor atragantado,
el que me sube 
como una arena entre los pies
hasta enterrarme
en mi propio pasado,
en la daga oculta del presente,
en el mañana que no existe,
en un después
que nunca llega.

Así te echo de menos,
con prisa,
con nostalgia,
con urgencia.

Me quedo tiritando en esta niebla,
me quedo susurrando
en este miedo.
Me quedo anudada
a este domingo por la tarde.
Es esta la angustia
de tu inexistencia,
es este el pecado mortal
de tu recuerdo.

Hasta en mis sueños me inventas.
Hasta en mis sueños
me coses una luz
con la que sobrevivir.

Pero qué terror,
qué terror agudo el que me aprieta
cuando me despierto
y tú no estás aquí.

viernes, 18 de junio de 2021

Hipocondría

El corazón late, tal vez.
A veces se traspapela
entre la vida y el pensamiento.
La tele del vecino está tan alta
que apenas puedo escuchar 
la voz de mi conciencia.
Me pregunto si el corazón late.
Hay algo aquí dentro
que no para de moverse,
que revolotea hasta asfixiarse.
Hay un vaivén sobre mi abdomen,
hay consciencia, hay cabeza, hay corazón.
¿Pero late?

domingo, 13 de junio de 2021

Tormenta desatada de verano

Tú que aprendiste a entender
mis suspiros,
enséñame a leer tus silencios.
Ayúdame a comprender eso que dices
cuando no llegas a decir nada,
cuando miras al frente y caminas,
como de espaldas a la realidad.

Dime qué ves en esa tormenta
que se abre un lugar en el cielo,
dime qué escuchas
cuando dejo escapar mi vida
exhalando mi aliento,
dime dónde se posan tus ojos
cuando dispersan su nostalgia
por una ciudad dormida.

Yo no sé qué tienen 
las tardes de domingo.
Dejan en la piel
esa tristeza encogida,
como después de llover.
Con la ropa mojada
me arrastro hacia casa,
me vuelvo invisible en una esquina
para refugiarme de la lluvia,
pienso en ti 
y también yo enmudezco.

Hay en el aire un viento de cambio,
y no sé si me acaricia o si me hiere.
Tú siempre sabes qué decir,
tú siempre sabes qué hacer,
tú pones los objetivos 
al final de una mirada.

No te calles ahora, 
no calles.
Que tu silencio no grita, 
muerde.

Ayúdame a entenderte,
ayúdame a entender esta lluvia
para la que encuentro tantos significados
pero en la que no te encuentro a ti.
Tu silencio te ha cubierto con un manto,
y tú tratas de desaparecer.

No me alejes de ti, 
no me alejes.

Si estás leyendo esto,
si de verdad entendiste ese suspiro,
vuelve, con tu silencio, a hacer llover.
Yo iré corriendo a buscarte.

...

P.D: Este fue un poema con banda sonora. 'How to fight loneliness'. 

domingo, 2 de mayo de 2021

Tu lado de la ciudad

Qué distinta suena la calle
ahora que tú no la habitas.
Hay un silencio triste, acomplejado,
arrinconado en las aceras,
que no se atreve a decir tu nombre.

La ciudad está llena,
y qué distinta suena.
Cuántas veces nos habremos cruzado,
sin saberlo,
cuántas veces, con los ojos congelados,
cuántas distraídos por el viento,
cuántas veces paseando,
buscando la esperanza en una luz,
sin llegar nunca a alcanzarla.

¿Cómo serías tú antes de conocernos?
¿Cómo era yo antes de conocerte?
La calle nunca responde nada.

Recorro tu lado de la ciudad
-dónde estás-,
y cruzo la frontera
que lleva hasta mi casa.
Te dejo atrás
con tus canciones,
te dejo atrás 
con el rechinar de los coches
sobre el asfalto,
con la violencia de las voces
que inundan nuestras calles
de su fervor agresivo,
como de madrugada;
esas que han tomado 
a Madrid como rehén,
y no hay rescate 
que le devuelva su verdadera Libertad.

Bajo la cuesta que lleva a mi casa,
como se baja la vida a la nostalgia
un domingo por la tarde.
Te hago desaparecer.

Tu lado de la ciudad
parece ahora deshabitado,
y mis calles no suenan igual
cuando no te encuentro.

Cierro la puerta de mi casa.
Al fondo, 
la ciudad grita.

Mientras, aquí en mi cuarto,
el silencio no quema: arde.

miércoles, 14 de abril de 2021

Toque de queda

Nunca una palabra
pudo llegar a doler tanto.

Dijo adiós,
pero no dijo «adiós»,
decir adiós quiso decir
que se marchaba,
que el horizonte se difuminaba
allá a lo lejos,
que sus ojos se cerraban del todo.

No quiso mediar palabra,
ni siquiera alargar la despedida.
Tan solo dijo adiós,
como si el día siguiente
nunca fuera a llegar,
como si el mundo entero
no estuviera dinamitándose
lentamente a mis espaldas
mientras sus pasos emprendían
el camino a casa
y yo flotaba en este caos,
en ese y ahora qué,
qué es lo que queda
cuando todo ya se ha terminado.

Tal vez se acuerde de mí.
Quizá al llegar el lunes,
quizá en las horas muertas,
o acaso algún día esporádico
de las próximas semanas.

Me recordará
con nostalgia pero sin urgencia,
como se ve caducar un amor,
como se afronta el final del verano,
como un suspiro una tarde de domingo.

Mientras, por mi calle,
dos enamorados se besan, se abrazan,
se retienen el uno al otro,
no se dejan escapar
antes de despedirse del todo,
antes de tener que volver a casa.

Y yo, frente a la puerta de la mía,
respiro mirando mi reflejo en el cristal.
Y en la humedad de mi triste aterrizaje
en la realidad,
azotan las palabras
como cuchillazos.

Sí, 
me temo que eso 
era el final.

Pero nunca creí
que fuese a doler tanto.

domingo, 7 de marzo de 2021

Tú no vendrás

Una hora más,
y no vendrás.

Si llega la hora,
dentro de una hora,
será tarde.
Tan tarde
que ningún accidente atemporal 
conseguirá que te quedes.

Si el incesante minutero 
que te aguarda dando vueltas
alcanza a besar con sus labios 
las agujas que anuncian
la inminente hora que llega,
al final, tú no vendrás.

Será tarde, muy tarde.

Levantarán las paredes del tiempo
una frontera
que te impedirá llegar.
No te atreverás
a llamar a mi puerta,
o, simplemente, mañana 
tendrás que madrugar,
o habrá sido un día largo
y el cansancio tejerá nidos
en tus ojos.

Tengo que empezar a aceptar 
que, a partir de cierta hora,
tú dejas de venir
y empiezas a retroceder.

Y que si pasa
una hora más
y no has venido,
ya nunca lo harás.

viernes, 12 de febrero de 2021

Un poema para Lucas

No nazcas.
No te precipites al mundo
que te espera de este lado
con un mazo en las entrañas.

No vengas aún, no te apresures,
quédate a salvo 
allí donde el amor te retiene,
allí donde la vida es solo tuya,
donde eres frágil y fuerte al mismo tiempo.
Ahí donde no conoces aún
el sabor de la amargura,
donde oyes la voz 
más iluminada de esta tierra,
que te canta, que te habla, 
que te quiere.
Que te protege con 
la vida que le falta.

Lucas, por favor, aguanta.
Que en este mundo hace mucho frío,
que este lugar al que tú vienes, espanta.
Quédate ahí en el tuyo,
en ese almacén de besos,
unido a esa cadena que te salva,
quédate en el lugar que te sueña,
que juega a imaginar cómo
será tu cara,
si escribirás con la derecha
o con la izquierda,
cómo sonarán tu llanto, tu voz,
tus carcajadas.
Quédate un rato más.

Después te contaremos
el momento tan difícil
en el que nos llegaste.
Que fuiste la única luz 
en mucho tiempo.
Que soñé tantas veces 
con cantarte para dormir,
con tenerte entre los brazos
aún con miedo de que te rompieras.
Que hiciste feliz a una familia
que ya te amó antes de existir,
que tú siempre serás 
el antes y el después 
de nuestra pandemia.
Pero no vengas todavía,  
no nazcas aún.

Llegarás con mayo y con la primavera,
cuando este rincón del mundo 
sea un poco más cálido
y tu madre, mi hermana,
pueda acunarte sin pena.
Aguanta, Lucas, aguanta.

Confía en quien te cuida.
Que este mundo aún
no está hecho para ti,
que aún no puedes 
ser del mundo.

No lo seas. Aguarda.

domingo, 31 de enero de 2021

Si no me miras

Si tú no me miras, amor,
para qué persigo el aire
que atraviesas cuando pasas,
si no me miras.

Para qué ensucio recuerdos
y aborrezco rutinas,
si tú no me miras.

Para qué me bebo en silencio
los besos que no he podido darte,
para qué todo, por qué todo.
Nada tiene sentido
y ya no busco la vida,
si tú no me miras.

Si tú me cierras los ojos
igual que me arrancas 
el alma de la espera,
si decides pasar de largo
sin llegar a entrar nunca en mi mundo,
amor, dime para qué,
para qué mantengo tu espina
ensanchándome las venas,
dime para qué me quedo 
en esta huida que elegí 
para quedarme a tu lado.

Qué sentido tiene 
seguir dejándome mecer 
por esa abominable y civilizada masa estúpida
en la que pago el precio de no ser nadie
para creer y pretender ser parte de algo
que, en realidad, no rima con nada.

No rima con lo que he sido, 
ni con lo que soy,
no rima con el amor que me ha querido,
ni con la vida que yo anhelo.
Dime para qué, por qué pretendo acaso
llegar a ser como ellos
si tú no me miras, amor,
si no me miras.

Mientras ellos se perdían
resbalando en su sudor
bajo tu cuerpo,
mientras tú cantabas
al son de sus acordes repetitivos,
mientras inventabas tu propio ritmo
y ellos dejaban de mirarte,
quiero que sepas, amor,
que yo nunca he dejado de verte.

Y si tú dejas de verme a mí,
dime, herida ardiente,
dime para qué sigo respirando
si tú ya no me miras.

domingo, 17 de enero de 2021

Defensa del español

Un país me obliga
a ser recuerdo.

Como en los tiernos y azules días
de la infancia,
las palabras fueron trinchera
para una soledad acostumbrada
y una intimidad tímida y tardía
que libraba una batalla
con un ser que ahora desconozco,
que, para no dejarse ver,
se transformó en verbo y sustantivo.

Y el verbo,
que siempre fue carne,
acampó entre canciones,
poemas y refranes,
palabras con las que yo fui
fundando un lenguaje:
el idioma en el que me quisieron,
el idioma en el que aprendí a reír,
el idioma con el que creí 
inventarme el amor,
el lenguaje con el que supe
escuchar y comprender
y con el que terminé 
haciéndome entender también,
a base de rendirle cuentas al mundo
con la realidad escrita en el papel.

Hoy empuño las palabras
que me han traído hasta aquí
para no dejar de encontrarme
cuando me veo en otros ojos
y ver a los demás
cuando me miro a mí,
porque las palabras
nunca han sido una frontera,
sino el lugar en el que yo aprendí
a amar la vida.

En lo que de verdad importa,
solo existe un idioma, 
y es universal.

Mi única patria es
el amor que otros me han dado
y las palabras con las que 
aprendí a decir:
"Madre, arrópame, que tengo frío".