lunes, 15 de junio de 2015

"Nunca jamás" (II)

Estaba hecho de ese material con el que se tejen unos ojos de mar y de un amor a medio hacer. Ponía los puntos a las cicatrices, puntos y seguidos que solo abrían heridas sobre las ya cosidas con su cariño torcido por la escusa de los valientes, eso de retirarse a tiempo, eso de que quien te busca, eso de que eso... que yo no era suficiente. Me retiró la mirada. Luego se detuvo para ver cómo me desangraba. Cómo recogía los pedazos del suelo, de un suelo que ahora estaba aún más bajo. Había vivido en la azotea de sus ojos, en el mes del invierno haciendo primaveras, y juro que estrellé todos mis aviones contra sus labios. No fue suficiente. Me tomó de la mano, me dijo ven, y yo fui, y tuve miedo, y me rompió, y yo seguí. Le seguí hasta la isla. Me hizo sentir que no quería regresar. El paraíso estaba allí, en sus pupilas, grises y mudas: nunca supieron hablar. No fue suficiente. Me lo dijo, yo no quise entenderle. La última noche que nos vimos él me enseñó a volar. Luego se puso a patalear, como lo que era, como lo que es: un niño; porque no quería escucharlo: que el amor iba en serio. Que una isla en la inmensidad del cielo está muy bien para los que solo naufragan. Pero yo buscaba tierra, y me amarré a la primera piedra con la certeza de que sería suficiente para poder edificar. Un castillo en el aire, y hasta eso lo rompió. La última noche que nos vimos él me enseñó a volar. Aquella vez sí fue suficiente: yo me marché para no regresar.

P.D: Las olas que me alejaron de esa isla en la que viví. (Parafraseando a Marcus Versus)