jueves, 31 de enero de 2013

''Quien lo probó, lo sabe''

Las verdades están para contarlas,
los besos para darlos,
las personas para amarlas,
los silencios para romperlos,
los sentimientos para mostrarlos,
la vida para usarla
y el amor para hacerlo.

Y tú estás en la orilla de enfrente
y me miras, y suspiras con aires de hipocresía.
En esto que mi mente de pronto se despista
y al mirarte siento desvanecerme.

Y si me tocas, mi piel se eriza;
si me abrazas, mi fuego hierve;
si me sonríes, se amedrenta mi herida;
y si te vas, mis ojos enloquecen.

Entra por fin en mi vida,
deja que yo te demuestre
que soy una estrella perdida
que busca su norte en tu oriente.

Y si me dejas que invente
ese mundo donde poder quererte,
te prometo que no fallaré:
tú eres mío, y yo tuya, siempre.

sábado, 26 de enero de 2013

Oda al corazón roto

¿Quieres que te diga la verdad? No, no he llorado. Ni siquiera cuando me iba a dormir. Ni cuando me he quedado sola, o me he abstraído en un aparte mirando al infinito. No, no lo he hecho. Ni siquiera cuando la abrazabas. Tampoco cuando has recorrido su alma con la mirada. No cuando has agarrado fuerte su mano, ni mucho menos cuando has besado su frente después de besar sus labios. Y con los ojos cerrados. No he llorado. Ni siquiera cuando lo veía a través de un espejo deslumbrado. No he llorado.
¿Quieres que te diga la verdad? Algo se ha roto. No, no ha sido mi corazón. No tengo. Se lo entregué a nosequién hace ya algún tiempo. Luego se lo presté a un pasajero, que se le olvidó devolvérmelo antes de marcharse. Después me lo mandó, pero ya no sé donde lo puse. Recuerdo haberlo sacado de la caja de mudanza en la que ponía ''frágil''. Creo que luego lo expuse en mi habitación. No sé si alguien que entró se lo llevó. Me parece que no, porque después se me calló y se rompió, pero como no tenía pegamento, decidí guardar los pedazos hasta encontrar con qué coserlos. ¡Ah! Pero no tenía hueco y lo guardé en varias partes. Lo que pasa es que no  recuerdo en cuales. Creo que luego las escondí. No sé porqué. Y no sé dónde. Sé que de casa no han podido salir. Así que tienen que estar por ahí. Haber si un día las encuentro.
Pero ahora se ha roto algo. El último pétalo de aquella rosa... imaginada.
¿Quieres que te diga la verdad? Lo que me desquicia no es ver la rosa marchita. Ni siquiera creo que me duela que la quieras, porque yo a ti no te quería. Lo que me duele es que haya sido mentira; que tú lo hayas alimentado y que luego hayas querido mostrarme la verdad a tirachinas. Delante de un tumulto de gente que sentían pena al mirarme y verme fingir cada sonrisa. Duele. Duele recordar que vuestros besos, abrazos y miradas tendrían que haber sido los nuestros. No duele, sangra. Y conforme el tiempo pasa, avanzo y me doy cuenta de que es cierto. Parece mentira, tan mentira que todavía no me lo creo. Por suerte cada vez que cierro los ojos lo recuerdo, así que dentro de poco lo habré asumido por completo.
Que seas muy feliz, espero no verte en un tiempo. Yo seguiré siendo yo, con mi felicidad, mi integridad, y puede que con algún que otro cerrojo nuevo. Tú sigue siendo tú, pero intenta no romperle el corazón a nadie más, por favor, te lo ruego.
Y si quieres que te diga la verdad, sí, he llorado al escribir esto.
P.D: ''Nos aferramos al dolor porque es lo último que nos queda''

martes, 22 de enero de 2013

Diré la verdad, toda la verdad, y nada más que la...¿verdad?

Estás ahí. Distante como... kjdsnilkndfi...
No, no estás ahí. No estás ni para abrazarme, ni para preocuparte, ni para hacerme sonreír. Tampoco para verme ser feliz, ni mucho menos para que yo intente que tú lo seas. No estás, de ninguna forma. No estás y punto. Ni estás, ni creo que vayas a estar nunca. No estás por ninguna parte. Bueno, sí; por mi cabeza. Por mí entera. Me recorres de un lado al otro sin piedad y sin asombro. De esquina a esquina, de hombro a hombro. Pero nunca dices nada. Supongo que estarás perdido por alguno de los mares en los que naufrago. O bien perdido, o asustado. Y lo siento, pero yo no puedo ayudarte a salir de ahí. Si pudiera, ya lo habría hecho, te lo aseguro.
Y lo peor es que no me inquieta nada de eso... no me inquieta nada más que una pregunta...¿acaso tú quieres salir? ¿Quieres salir de mi cabeza, de mi rutina, de mi poesía? Todo sería más fácil si respondieses a esa pregunta. Si es afirmativa, te aseguro que me esforzaré por encontrarte una salida.
Siempre he presumido de defender que si todo el mundo piensa eso de que ''quien te quiere, te busca'' nadie buscaría a nadie y no se iniciaría nunca el juego que lleva al  amor. Pero es que hay veces que ni siquiera tiene sentido. No tiene sentido seguir buscando a quien no te busca, seguir intentando amar a alguien que ni siquiera se lo ha planteado, o que no te deja. No tiene sentido seguir ahí por alguien que no quiere que estés. No tiene sentido nada, nada si no hay alguien que también lucha para que lo tenga. Lo único que tiene sentido eres tú, tú mismo y lo que hagas por ti. Pero, lamentablemente, los seres humanos no nos conformamos solo con eso. Y no voy a entrar a valorarlo, ni a buscarle explicación. Tampoco me excluyo, yo también quiero construir mi vida al lado de alguien. Ahora bien, quiero que ese alguien dé al menos una mínima parte de lo que yo doy. Y creo que no es demasiado pedir...no pido ni la mitad de lo que yo podría dar. Solo pido lo mínimo: que me quiera; pero eso sí, con todo lo que conlleva querer. ¿Y qué es querer? Buena pregunta. Pero todavía una mejor...¿qué tiene sentido? y todavía más...¿quieres que lo tenga?

miércoles, 16 de enero de 2013

Fdo: un corazón roto

Tú haces que mi día, mi tiempo, mi sonrisa y todo eso que a menudo pierdo valgan la pena. Nunca he tenido tanto miedo como el que tengo cuando te alejas, cuando no dices nada, cuando me apartas la mirada, cuando pasas de largo sin rozarme, sin sonreírme, sin registrar que estoy ahí; detrás del muro que nos separa, esperándote. Sería injusto pedirte que elijas, y sobre todo sería injusto por todo el sufrimiento que causaría, y no solo a ti, ni a mi. Es complicado, te pediría que intentases darme algo en lo que ni siquiera ya creo. Lo sé, es tópico; uno de los tópicos que más odio. Pero ahora empiezo a replantearme si acaso no es también tópico aquél que no quiere seguir ningún tópico. Es complicado. No puedo pedirte que indagues dentro de mi tormenta, que intentes quererme, aceptarme, conocerme, ni siquiera comprenderme; dudo que alguien pueda. No te pido nada; nada más que un saludo mañanero acompañado de una sonrisa, que un abrazo al despedirnos o un mensaje de vez en cuando, que me recuerde que me recuerdas. No puedo pedirte nada más; porque tengo miedo a que no puedas dármelo, o a que en determinado momento el vacío de mi conciencia no quiera recibirlo. O a que de repente me dejes, a que aparezca alguien nuevo que te llene más que yo, a que no pueda quererte igual que tú me quieres, a que te caigas por  uno de mis precipicios, u otros innumerables miedos que me recorren cuando estás más cerca de llegar al fondo de mi armadura. Me aterra saber que cada vez te acercas más a conocer quién soy, mi pasado, mi presente, el futuro que espero; mis heridas, mis secretos, lo que me gusta, lo que me duele, lo que me llena, lo que me motiva, lo que me asusta, lo que me hace feliz. Pero lo que más me aterra de todo es que tú consigas que mi día, mi tiempo, mi sonrisa y todo eso que a menudo pierdo valgan la pena.


jueves, 10 de enero de 2013

Un secreto a voces

No nos gusta esperar. No nos gusta esperar nada, ni a nadie. De hecho, nos mosquea esperar, nos frustra tanto que entorpece toda nuestra vida. Odiamos el tener que esperar a que el semáforo se ponga en verde, a que llegue el metro, a que sea nuestro turno, a que se seque el suelo fregado, a que se termine de calentar la comida, a que deje de llover, a quien llega tarde, a recibir algo, a encontrar aquello que hemos perdido, a que nos resuelvan alguna gestión, a que llegue un momento deseado, a que nos digan las cosas...somos impacientes por naturaleza, y siempre queremos ser los primeros; sin pensar en que el que viene detrás está igual o más frustrado que tú. Vamos con prisa a todas partes y a la primera de cambio nos desanimamos y pensamos que todo lo peor nos pasa a nosotros. Vivimos atados a un horario, a un reloj, a unas normas y reglas estrictas que hay que cumplir, y lo peor es que son impuestas por nosotros mismos. Y sí, esto es así, amigos y amigas. Entonces, lo que yo me pregunto, lo que más me llama la atención... esa duda que anula todo tipo de teoría, incluso esta que acabo de soltar,  es: ¿si tanto odiamos esperar, a qué esperamos para ser felices?
Ahí lo dejo.

martes, 8 de enero de 2013

Oda a una intimidad perdida

Siento sufrir cuando se te desgarra una lágrima por los incandescentes senos de tus mejillas. Siento que rápidamente las borres con tus dedos manchados de tinta y miedo, y que agaches la mirada suspirando entre cortinas. Siento estar presente y no poder hacer nada; no poder intentar hacerte sentir mejor. Siento que llores en un autobús, en una absurda soledad de la que participo, rumbo a Dios sabe dónde, en el que te espera Dios sabe quién, sin saber si será capaz de consolarte. Me dedico a observarte por la pequeña obertura que separa tu mundo del  mío, y tú te me escapas por la ventanilla con la mirada perdida, y una lluvia empapada de breves hálitos de fuego intenso amolda el paisaje a tus pupilas de alambre. Y yo me desgasto viendo cómo tus ojos hinchados se emborrachan de la penumbra inocente de tu rostro, desdibujado por el turbio pasado del tumulto de las sábanas de tu historia.

P.D: hoy quería escribir sobre la vuelta a la universidad después de las vacaciones de Navidad y el día tan genial que he tenido. Pero volviendo a casa, a eso de casi las nueve de la noche, en el autobús, me he dado cuenta de que la personita que estaba sentada en el asiento de delante del mío estaba llorando; y esto es lo que ha cambiado y tocado hoy mi mundo, a veces tan únicamente centrado en su propio mundo. Así que la entrada de hoy va por todos los que lloran solos en los autobuses y por quienes sentimos frustración por no poder ayudarlos. Me gusta pensar que todavía queda gente en el mundo a la que el mal del otro le duele tanto como el suyo propio.

jueves, 3 de enero de 2013

Violento Amor

Tengo que tomar una decisión cuanto antes: o tú o yo. Y no sé a quién elegir...
Elegirte a ti sería quedarme sin mí misma, sin lo que siento, lo que me sucede, lo que me duele, lo que me alimenta, lo que me llena, lo que me enfada, lo que me hace feliz. Sin identidad. Cambiarme por un puñado de abrazos rápidos de los que me llena uno una vez al año. Cambiarme por tu sonrisa, tus palabras y detalles, a mí nunca dedicados. Ser la alfombrilla en la que reposas tus húmedos pies para no pisar el frío suelo. Ser nada o serlo todo, dependiendo de tu inagotable estado de ánimo bipolar y frustrado. Ser o no ser; arañar mi corazón para no hacerte daño a ti, dejarme atrás a mí por un minuto de tu atención, a menudo un tanto desviada. Romper mis promesas y crear otras nuevas en las que quedar atrapada. 
Pero elegirme a mí sería quedarme sin la alegría de tus manos, la energía de tus risueños pasos acercándose hacia mí, lo que siento cuando me tocas, cuando me dejas fundirte en mis brazos y sentir que se para el tiempo. Quedarme sin tu forma de apreciar las cosas, de cambiar mi punto de vista constantemente para hacerme la vida mejor, sin tu forma de acallar mis voces tormentosas, de quererme sin condiciones, de recordarme que estás ahí. Quedarme sin el dulce olor de tus ‘’todo va a salir bien’’, sin tu extraña forma de aconsejarme, sin mi motivo para escribir, sin las chispas que salen cuando nos miramos, sin mi máxima fuente de inspiración,  sin las cosquillas que siento en las mejillas cuando eres feliz y los puñales que se me clavan cuando no puedo curar tu dolor.
Y yo tengo que elegir...como si quedarme sin ti o sin mi fuese a devolverme la vida. Pero tengo que elegir...porque me consumen las contracciones de mi garganta cuando no puede gritar de dolor al escuchar tus palabras y no poder atravesarlas. Tengo que elegir...antes de que te sigas inundando en mi, antes de que indagues todavía más y puedas ver todo lo que siento, antes de que irrumpas todavía más en mis pensamientos y me sigas conociendo y queriendo; antes de que no puedas vivir sin mi,  y yo sin ti; aunque creo que ya no podemos... antes de que yo te quiera todavía más.
Así que te elijo a ti, destino.