miércoles, 25 de noviembre de 2015

"When it moves you"

Lo nuestro duró una canción de jazz. No sé cómo explicártelo...sonamos tan bien juntos que hasta la música calló y el mundo se detuvo. Fuimos una sucesión de imágenes con banda sonora, una voz virtuosa, trompetas insurgentes, un piano descontrolado, una procesión de besos y de pasos de baile descompasados. La bailamos abrazados, y luego nos miramos clavándonos el amor en la sonrisa y en las manos. Y yo, que aún no te he dicho que no sé bailar, solo pienso en eso que tiene de bonito ver a dos pies izquierdos moverse, aún sin ritmo, acompasados. A dos que se entienden a la perfección y van contra el mundo, eso de mi idea sobre el amor: lo de que dos son mucho más que uno más uno. Pero parece que no, el amor no es eso. El amor no es nada. Y nosotros tampoco. Somos solo el uno y la otra restándose minutos de baile a corazón abierto hasta que acaba la canción. Y ojalá hubiera sido cierto. Así podría justificar mi dolor con un recuerdo. Y que no pueda dejar de escuchar esa canción todo el tiempo. Y ojalá tú y yo, y ojalá el amor. Y ojalá aún sonasen canciones de jazz en los bares.
P.D: a lo que pasa por la imaginación escuchando a Anthony Strong.

jueves, 19 de noviembre de 2015

"Cerrado por derribo"

Amor está hecho para mí, pero yo no estoy hecha para él. ¿O acaso era al revés? Amor y yo somos como el perro el gato. Andamos persiguiéndonos sin llegar a cruzarnos o encontrarnos, y cada vez que lo hacemos nos destruimos mutuamente, preparamos una hecatombe emocional que nos deja destrozados: a mí vacía del todo, y él manchado de miles de poemas tristes. Yo siempre siento por encima de mis posibilidades, y debería usar una talla más de corazón, aunque Amor dice que una menos. Soy más "perro" que "viejo", y él araña más que cualquier gato. Somos como el agua y el aceite, como el dulce y el salado: podemos vivir juntos, pero mejor separados. Supongo que por eso lo de mi oficio y por eso lo de que se me dé tan mal. Quizá nunca llegue a nada con esto de la poesía. Porque, no nos engañemos, todos los y las poetas tienen una musa que les espera en la cama al final del día. A mí solo me espera la nada. La nada, que duele como el hambre, quema como el hielo y arde como un chato de vino en ayunas. La nada que padezco cuando Amor y yo nos cruzamos y apartamos la vista mirando hacia el suelo, para no seguirnos matando. Para no seguir añorando lo que nunca sucedió. Yo sí te quise tanto, Amor. Yo sí te quiero tanto. Tú no.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Nada

Hoy es domingo y me he despertado con resaca emocional, con un suspiro constante clavado en el pecho, por la espera, con esa tristeza de quien sabe que no le quieren. Con esa tristeza de amar hasta que duele el corazón y no poder convencerte de que soy yo, que estoy aquí, que vengas. Con esa tristeza de no comprender nada y de quererlo todo. Con esa tristeza de creer que no eres suficiente, de que no vas a conseguirlo. Con la rabia disfrazada de no entender porqué los demás sí y tú no, de por qué hacer bien al mundo no es devuelto a la vida en forma de amor. Con ese vacío interminable e inexplicable de saber, muy en el fondo, la verdad: que no te quiere. Porque quien te quiere, te busca, envía señales y mira con estrellas en los ojos. Y aquí soy solo yo la que se ha estrellado. Y sigo con el objetivo de meterme en su cabeza cuando donde yo quiero estar es en su corazón. Y las cosas siguen igual, no van para adelante ni para atrás, solo hacia dentro: hacia mí. Hacia el vacío interminable e inexplicable de un domingo lluvioso donde no todo es tan triste, pero el corazón se ha despertado sangrando, y no encuentra remedio a esta resaca de amor. Hoy he vuelto a soñar contigo.