jueves, 5 de diciembre de 2013

Y entonces...llegó diciembre.

Yo te miré
y tú cerraste los ojos.
Fue como si cerrases las puertas de tu alma,
y yo ya no sabía a qué puerta llamar
para poder pasar.
Nada me hiere más
que el que te escondas
tras esos párpados grises
y que no me dejes entrar en ti.
Y que cierres los ojos
y te creas inaccesible.
Porque no te das cuenta
de que entonces aprenderé a leer tus párpados,
como un día aprendí también
a leer tus ojos encandilados,
que hoy permanecen tan apáticos y sellados.
Porque siempre encontraré la manera de llegar a ti.
Porque ya ha llegado diciembre
y necesito que me mires
como hace no mucho tiempo lo hacías.
Que me mires sin miedo a lo que nuestros ojos digan,
sin miedo a que nieve.
Porque ya es diciembre, y yo solo le pido al frío
que no te lleve lejos,
y que no te olvides de quererme.
Y que te quedes.
En mi mes favorito,
en mi fulgor somnoliento,
en la niñez de mi "siempre".
Solo te pido que te quedes.
Y que no cierres los ojos,
que no me niegues.
Y que te quedes conmigo.
Porque ya es diciembre.
Y diciembre sin ti es solo frío.

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