jueves, 19 de noviembre de 2015

"Cerrado por derribo"

Amor está hecho para mí, pero yo no estoy hecha para él. ¿O acaso era al revés? Amor y yo somos como el perro el gato. Andamos persiguiéndonos sin llegar a cruzarnos o encontrarnos, y cada vez que lo hacemos nos destruimos mutuamente, preparamos una hecatombe emocional que nos deja destrozados: a mí vacía del todo, y él manchado de miles de poemas tristes. Yo siempre siento por encima de mis posibilidades, y debería usar una talla más de corazón, aunque Amor dice que una menos. Soy más "perro" que "viejo", y él araña más que cualquier gato. Somos como el agua y el aceite, como el dulce y el salado: podemos vivir juntos, pero mejor separados. Supongo que por eso lo de mi oficio y por eso lo de que se me dé tan mal. Quizá nunca llegue a nada con esto de la poesía. Porque, no nos engañemos, todos los y las poetas tienen una musa que les espera en la cama al final del día. A mí solo me espera la nada. La nada, que duele como el hambre, quema como el hielo y arde como un chato de vino en ayunas. La nada que padezco cuando Amor y yo nos cruzamos y apartamos la vista mirando hacia el suelo, para no seguirnos matando. Para no seguir añorando lo que nunca sucedió. Yo sí te quise tanto, Amor. Yo sí te quiero tanto. Tú no.

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