lunes, 26 de agosto de 2013

Oda a un beso con asuntos pendientes.

Se hizo el silencio.
Él la beso.
Ella le besó.
Ambos se besaron.
Se dieron uno de esos besos cortos, lentos y con pasión retenida,
reprimiendo la inevitable conexión de dos que ya se han amado antes.
Se dieron uno de esos besos con previo suspiro y pausa,
y con estrellas en la mirada.
Uno de esos besos que dejan ver la trascendencia que tendría
si no existiese el miedo. O la distancia.
Una perfecta conexión retenida  y condenada
a un único beso,
con la intención de ser frío, pero más cálido que nunca.
Un beso de película.
Un beso lleno de magia y tristeza al mismo tiempo,
que revelaba al fin y al cabo el sentido real de la vida:
tristeza y magia...
y miedo. Siempre el miedo.

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