jueves, 23 de mayo de 2013

Te hablo con el corazón, es lo único que tengo.

Ayer. Ayer te miré, te abracé, te besé, apreté tus manos, muy fuerte, y nos prometimos que nunca se separarían. Ayer te quise tanto, que quise que ayer fuese eterno. Pero ayer ya no es hoy. Ni mañana. Ayer se ha ido, llevándose con él la certeza de que seguiremos siendo tú y yo, igual que ayer, hoy y mañana. Las palabras también pueden ser eternas si queremos que lo sean. Y yo ayer, ayer las grabé para siempre en las estrellas. Pero ayer se ha ido, junto a todos los periódicos tirados a la basura, ya dispuestos a ser reciclados para hacer otros nuevos. Y ahora me pregunto si la eternidad permanece habiendo sido prometida en un día con fecha de caducidad. Yo no quiero que nuestro amor sea de reciclaje. Y no quiero que nunca lo tiremos. Y no hay nada que me lo asegure. Quizá solo ese miedo a confesarte que hoy te quiero un poco más que ayer, pero siempre menos que mañana. Porque sé que puede que llegue un mañana en que no estés. Pero tu ausencia tampoco durará para siempre. Solo permanecerán mis palabras, en la continuidad de un ayer, un hoy y un mañana, en el que te quiero siempre y pase lo que pase; porque lo prometí en un día con fecha de caducidad.

P.D: A los míos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario