Las verdades están para contarlas,
los besos para darlos,
las personas para amarlas,
los silencios para romperlos,
los sentimientos para mostrarlos,
la vida para usarla
y el amor para hacerlo.
Y tú estás en la orilla de enfrente
y me miras, y suspiras con aires de hipocresía.
En esto que mi mente de pronto se despista
y al mirarte siento desvanecerme.
Y si me tocas, mi piel se eriza;
si me abrazas, mi fuego hierve;
si me sonríes, se amedrenta mi herida;
y si te vas, mis ojos enloquecen.
Entra por fin en mi vida,
deja que yo te demuestre
que soy una estrella perdida
que busca su norte en tu oriente.
Y si me dejas que invente
ese mundo donde poder quererte,
te prometo que no fallaré:
tú eres mío, y yo tuya, siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario