jueves, 10 de enero de 2013

Un secreto a voces

No nos gusta esperar. No nos gusta esperar nada, ni a nadie. De hecho, nos mosquea esperar, nos frustra tanto que entorpece toda nuestra vida. Odiamos el tener que esperar a que el semáforo se ponga en verde, a que llegue el metro, a que sea nuestro turno, a que se seque el suelo fregado, a que se termine de calentar la comida, a que deje de llover, a quien llega tarde, a recibir algo, a encontrar aquello que hemos perdido, a que nos resuelvan alguna gestión, a que llegue un momento deseado, a que nos digan las cosas...somos impacientes por naturaleza, y siempre queremos ser los primeros; sin pensar en que el que viene detrás está igual o más frustrado que tú. Vamos con prisa a todas partes y a la primera de cambio nos desanimamos y pensamos que todo lo peor nos pasa a nosotros. Vivimos atados a un horario, a un reloj, a unas normas y reglas estrictas que hay que cumplir, y lo peor es que son impuestas por nosotros mismos. Y sí, esto es así, amigos y amigas. Entonces, lo que yo me pregunto, lo que más me llama la atención... esa duda que anula todo tipo de teoría, incluso esta que acabo de soltar,  es: ¿si tanto odiamos esperar, a qué esperamos para ser felices?
Ahí lo dejo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario